«Detrás de una camiseta de tres euros hay dos pobres: el que la compra y el que la cose. Cada uno en una parte del mundo. En el medio el explotador, que une la necesidad de dos pobrezas en su beneficio».
Pobreza, de Patricia Olascoaga.
La industria textil, además de ser una de las más contaminantes (la segunda, sólo por detrás de la industria ganadera), es también una de las más explotadoras. Es un negocio que, en nombre de la moda, explota a países en vías de desarrollo para vestir a países occidentales con precios regalados. Este proceso deja tras de sí una retahíla de abusos, precariedad, vertidos y emisiones que se ocultan detrás de campañas de publicidad incesantes, rebajas desorbitadas y precios que engatusan a cualquiera.
Para producir 80 mil millones de prendas baratas al año se necesita mucha mano de obra, agua, productos tóxicos y logística.
Algunos materiales como la viscosa, el poliéster o los jeans son sumamente contaminantes. En el caso del poliéster, por ejemplo, cada vez que se lava la prenda ésta desprende microplásticos que acaban en el agua.

La mayoría de las fábricas del mundo se sitúan en Asia, donde se vulneran los derechos humanos y ambientales sin consecuencias. Fue en abril de 2013 cuando las conciencias empezaron a removerse tras el derrumbe de un edificio en Bangladesh que acabó con la vida de más de mil trabajadores, en su mayoría mujeres, y los niños que allí se encontraban al no haber guarderías donde pasar el rato. Aunque en ocasiones no hay que irse tan lejos. Un conocido gigante textil nacional forjó la base de su imperio a base de explotar talleres de costureras en Galicia hasta hace bien poco.
¿Te sumas al cambio?
Arreglar y modificar la ropa que ya tenemos es la mejor opción, por supuesto, pero comprar ropa de segunda mano es la alternativa más ética y sostenible de renovar nuestros armarios. Así, alargamos la vida útil de prendas que ya han sido creadas y distribuidas y que en muchos casos están hasta sin estrenar. Cada vez hay más opciones, como tiendas especializadas o aplicaciones de compra-venta. De esta manera también podemos dar salida a esas prendas que ya no usamos y que no queremos tirar.
Si no hay más remedio o preferimos comprar una prenda nueva, hay cada vez más pequeñas marcas nacionales que hacen las cosas bien y diseñan y crean las prendas de manera consciente y sostenible en sus propios talleres.