Organizaciones ecologistas han intentado impedir su destrozo sin éxito.

(Este artículo fue escrito en octubre de 2020)
Más de un año después de que comenzasen las obras, el valle del Bolintxu ya está gravemente herido.
Esta zona, de altísimo valor natural, es considerada la de mayor riqueza situada en el municipio de Bilbao. Sin embargo, ha sido una nueva víctima de los intereses económicos sobre el patrimonio natural y la salud general.
Ese interés tiene un nombre, la ampliación de la Variante Sur Metropolitana, más conocida como Supersur. Una autovía de pago poco transitada cuyo coste de ampliación (187 millones de euros) se ha querido justificar aumentando falsamente la cifra de vehículos que pasan por allí a diario.
Esta carretera se ha llevado ya 15 hectáreas de bosque y su ampliación conlleva llevarse por delante un espacio de altísimo valor natural: el valle de Bolintxu. Situado en Ibaiondo, muy cercano al barrio bilbaíno de La Peña, Bolintxu forma parte del Plan Especial del Pagasarri, un magnífico enclave que debería estar protegido debido a su biodivesidad, pero la Diputación Foral de Bizkaia no piensa lo mismo.
Organizaciones ecologistas llevan pidiendo la detención de este proyecto desde antes que se pusiera en marcha. En concreto, la plataforma Ampliación Supersur Ez es la que ha llevado la voz cantante en las muchas protestas que se han llevado a cabo con la intención de detener este salvaje proyecto que pretende acabar con la zona de mayor valor natural de Bilbao.
A pesar del esfuerzo, todo está siendo en vano. Las obras de ampliación llevan ya más de un año avanzando en la destrucción del paisaje, un entorno que se prometió desde el principio que no se tocaría ni sufriría daños, pero en el que se han usado ya más de 1400 kg de explosivos sólo para la apertura de los túneles.
Las declaraciones vertidas este mes que pretenden quitar hierro sobre el asunto y que afirman que “las obras no están generando impactos ni en el valle de Bolintxu ni en su entorno” dejan en evidencia la gestión y validez de este proyecto, además de volver a demostrar que los beneficios e intereses económicos no entienden a razones.
Es justo y necesario que nos lamentemos por pérdidas de biodiversidad en territorios tan ricos como la selva del Amazonas, donde la ganadería intensiva le está ganando terreno a la naturaleza; pero no hace falta irse muy lejos para observar que tenemos ejemplos similares muy cerca de nuestras casas y ciudades que están acabando con el entorno y con las vivencias y recuerdos que hemos pasado en él.